El protagonista del coaching es el coachee
Una atractiva señorita salió en la televisión diciendo que era psicóloga y coach; y tuvo la amabilidad de compartir una fórmula mágica para solucionar los problemas. Se coge un papel; se escribe el problema; se cierra el papel; se guarda en el congelador de la nevera… ¡y el problema se congela! Al parecer eso es Coaching. La eminente experta no reveló sus fuentes, pero cabe pensar que se trata de una versión sureuropea del internacionalmente conocido “Coaching Igloo”, método desarrollado por el famoso gurú Westing House, fundador y presidente ejecutivo de la NICASO (National Igloo Coaching & Alaskan Smiling Organization).
Unos días antes, un periódico había desvelado el infalible método Dakota, consistente en pintarse la cara como los antiguos pobladores de los actuales Estado Unidos para desinhibirse y… en fin, para desinhibirse y supuestamente iniciar una exitosa transformación (!!!). La coach que lo explicó, sin cortarse un pelo, añadió que el Coaching no es Psicología… “porque ésta mira hacia el pasado y aquél hacia el futuro” (???). Y se quedó tan ancha. “Ignorancia atrevida, cuando hablo te doy vida” (verso anónimo incluido en el refranero recopilado por Fray Tomás Abiondo).
¿Meter papeles en un congelador y pintarse la cara para hacer el indio es Coaching? Psicología no es, desde luego. ¿Qué es entonces? Difícil cuestión que quizá deba ser abordada en el próximo congreso extraordinario de la AMA. Ambas estrategias podrían ser asignadas a la antigua ciencia de la Morrología. A partir de ahí, puede surgir una nueva especialidad de Coaching: El Morrocoaching o Coaching Hardfacial, con sus correspondientes certificados profesionales.
(La AMA es la Atlantic Morrological Association, una institución con ánimo de lucro a la que sólo pueden pertenecer acreditados expertos del morro de ambos lados del Océano Atlántico).
Estimulado por estos exóticos ejemplos del Coaching más vanguardista, aproveché una conferencia sobre posibles salidas profesionales para psicólogos que tenía que impartir en la UNED (que no es la Unión Neoliberal de Extrovertidos Divorciados; sino la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España) para hablar sobre el Coaching y la Psicología del Deporte.
¿El Coaching no es Psicología? ¿Qué es entonces? ¿Matemáticas? ¿Ciencias Empresariales? ¿Geografía e Historia? Aunque también se nutre de otros conocimientos, el Coaching incluye, fundamentalmente, una serie de estrategias psicológicas de eficacia contrastada cuyo objetivo es contribuir a motivar, reflexionar, comprometerse, establecer objetivos, tomar decisiones, mejorar las relaciones interpersonales… cambiar comportamientos y actitudes, aceptar la realidad… ¿A qué ciencia pertenece todo esto? ¿Una ciencia nueva?
Existen acuerdos globales de la comunidad internacional sobre los contenidos de las ciencias. Y la que incluye estudiar, comprender, evaluar y modificar el comportamiento humano es la Psicología. Otra cosa es que el Coaching sea un campo profesional exclusivo de los psicólogos. No lo es. Los psicólogos tienen una ventaja, pero otros profesionales pueden ponerse al día y aprender la Psicología del Coaching. El Coaching es un campo abierto, pero por mucho que se quiera negar o disfrazar, el conocimiento científico de la Psicología es su pilar. De ahí parte un buen Coaching.
¿La Psicología mira al pasado y el Coaching mira al futuro? El objetivo de la Psicología es, siempre, ayudar al cliente para que se encuentre mejor. Es decir, todo lo que hace es mirando al futuro de su cliente. Con ese objetivo, existen algunas escuelas psicológicas que indagan en el pasado del cliente, pero siempre con la idea de un futuro mejor. En la actualidad, estas escuelas, por ejemplo el Psicoanálisis, constituyen una tendencia minoritaria que por ignorancia se identifica con el conjunto de la Psicología. Sin embargo, la Psicología ha evolucionado mucho a través de décadas de rigurosa investigación. Salvo en las divertidas películas de Woody Allen, ya no es Freud el gran gurú, ni el diván el terreno de juego, ni el complejo de Edipo la piedra filosofal. Hoy en día, lo que predomina es la Psicología cognitivo-conductual, la Psicología positiva, la Inteligencia emocional, la Psicología del deporte y el alto rendimiento… es decir, la Psicología científica centrada en optimizar el funcionamiento presente y futuro de las personas, los grupos y las organizaciones. Se trata de detectar las necesidades existentes, comprender y evaluar los comportamientos habituales, aplicar estrategias eficaces para provocar cambios significativos y estables. El objetivo es enriquecer, optimizar, desarrollar herramientas útiles para un funcionamiento mejor en cualquier área: laboral, social, personal, salud, ocio…
Ése es también el objetivo del Coaching; y por eso reúne estrategias psicológicas que provienen de la Psicología científica y asimismo están presentes en otros procedimientos de intervención. Por ejemplo, el Coaching incluye habilidades interpersonales del coach para lograr una buena empatía con el coachee que son similares a las de un psicoterapeuta con su paciente. O preguntas utilizando el método socrático que desde los años setenta forman parte de la Terapia Cognitiva. Ahora bien, el Coaching tienen una identidad propia, y su principal característica es que el protagonista del proceso es el coachee (es decir, quien recibe el Coaching). En terapia psicológica no siempre es así. En Coaching, sí. El coach no debe posicionarse y dirigir al coachee por donde él iría, sino ayudarle a que encuentre sus propias respuestas, su propio camino.
Lógicamente, esto exige una gran habilidad. Para adquirirla, no basta con un par de cursillos y cuatro recetas de juegos divertidos, sino una formación sólida, horas de práctica en la dirección correcta y el rigor y la ética que deben caracterizar a un buen profesional. Entre otros aspectos, cuando se trabaja para ayudar a otra persona se debe asumir una responsabilidad. No basta con conseguir un impacto inmediato, sino que hay que contemplar, y tener muy en cuenta, los efectos de lo que se está haciendo más allá de ese momento concreto. Me han hablado de más de un “coach” que entusiasma con un sueño mágico y provoca una emoción positiva, por lo que concluye que ha hecho un gran trabajo. Pero, unos días después, cuando afronta la realidad, el coachee se da cuenta de lo lejano y ficticio de dicho sueño, y la euforia se transforma en frustración y profundo desánimo; a veces, en culpabilidad por no ser capaz y una fuerte depresión. El “coach” ni se entera de esta segunda parte. ¿Quién asume la responsabilidad?
Es atractivo pensar que puedes ayudar a otra persona, pero… ¿de verdad estás preparado y dispuesto a asumir la responsabilidad de un verdadero profesional? ¿Psicología o Morrología?
(Adjunto el link de la conferencia para los que estéis interesados).